Karina Valarezo González. PhD
Directora de Comunicación y Mercadeo
Docente titular de grado y posgrado
Universidad Técnica Partículas de Loja, UTPL
Hoy se reconoce que el liderazgo femenino es transformador y gana un espacio crucial en la construcción de empresas y sociedades más empáticas, equitativas y sostenibles. La creciente visibilidad y participación de mujeres líderando en las organizaciones redefine el rol de ellas en espacios que históricamente les fueros restringidos, pero sobre todo evidencia que su gestión enriquece la toma de decisiones para alcanzar el desarrollo económico y social desde un enfoque integral y comprometido con los valores más preciados.
Este camino para las mujeres no ha sido fácil, pues se han encontrado con barreras culturales, sociales e institucionales que, para superarlas, han requerido, de formación y crecimiento personal con un enfoque en la perseverancia y autogestión. Las estadísticas, en este sentido, no engañan. Según el Global Center Gap Report 2022, elaborado por el FMI, de todas las mujeres trabajadoras, solo el 36,9% desempeña cargos gerenciales o directivos. O lo que es lo mismo: el 63.1% de las posiciones más influyentes están ocupadas por hombres.
En este punto, me parece relevante citar brevemente la historia de Matilde Hidalgo, una destacada líder lojana y pionera en la defensa de los derechos de las mujeres en Ecuador, quien sigue siendo una fuente de inspiración para quienes creemos en el poder transformador del liderazgo femenino. Matilde fue la primera mujer en sufragar en Latinoamérica y la primera en doctorarse en Medicina en el país, enfrentando con valentía los obstáculos de su época y abriendo caminos para generaciones futuras.
Desde mi experiencia, dirigir equipos de trabajo requiere un balance integral entre el enfoque estratégico, la cultura organizacional y la empatía; es en esta convergencia donde he encontrado las herramientas necesarias para liderar con resiliencia, compromiso y convicción. Un liderazgo sólido se traduce en un desempeño destacado y en la capacidad de inspirar a otros a trabajar en equipo, a romper estereotipos, a convertir dificultades en oportunidades, lo cual contribuye a un entorno laboral más productivo, y tambien más inclusivo.
Para mí, como mujer en un rol de liderazgo, es fundamental crear en los equipos un ambiente en el que cada persona se sienta valorada, respetada y motivada para desarrollar todo su potencial. Creo en un liderazgo que inspira y acompaña desde una perspectiva integradora y humana. Hoy resulta crucial para las mujeres cuidar su escencia, permanecer en constante aprendizaje, ser autodidactas, ser conscientes de sus fortalezas y tener capacidad de aceptar errores para lograr un estado de permanente innovación.
La transformación que buscamos como sociedad necesita más mujeres que puedan aportar a tomar decisiones informadas y valientes, que agreguen valor en los espacios en los que se desempeñan.
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